lunes, 8 de septiembre de 2014

Las ganas

Hay tardes, como esta. Que tengo unas ganas irrefrenables de llamarte, de saber cómo estas, que me cuentes de vos, que sepas de mi. Y me aguanto. Me muerdo los labios, me tomó diez amargos, y sigo.
Porque así es como se separa la gente, haciéndose un par de desconocidos.
Y el proceso de conversión es duro, tiene idas y vueltas... Vos como lo hiciste tan fácil?

Enséñame, aunque sé que eso hará que me enamore más de vos, si es que es humanamente posible.

Es fortaleza o es debilidad?  El péndulo va a los sentimientos extremos en un par de segundos.

Quiero que me perdones por todos mis errores, quiero perdonar.

Te extraño, extraño lo mejor de vos, y lo peor.

Me pregunto mil veces si la queres, si tenes chistes que sólo ustedes entienden, si tenes planes a futuro. Sí soñas.
No hay tarde que no pase por el trébol y mire la mesita donde solíamos almorzar. No hay mañana que mi corazón lata más fuerte cada vez que paso por el noveno piso, no hay noche que no extrañe tu manía de jugar en la pc antes de dormir.

Y este blog es catarsis, y este blog es para vos, la única regla es no corregirme. Que sea todo un vómito qwertyano, sin tapujos. Desconociendo totalmente si alguna vez te enterarás de esto.

Mis errores cada vez son más pesados, más dolorosos, aunque al final del día serán aprendizaje.

Quiero que triunfes en la vida. Te deseo la felicidad. Quiero de corazón poder alegrarme de tu alegría.

Fuiste, sos y serás lo más importante en mi vida, y me enseñaste mucho. Lamento no dejar esa huella en ti.


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